XXXII

Se me llenaron los ojos de lágrimas qué no tardaron en ser derramadas, él me miró sorprendido yo normalmente no mostraba mis sentimientos ante nadie menos a Alexander. Sentía que era alguien que no merecía verme en ese estado de fragilidad, sin embargo ya había pasado por demasiado, no podía aguantar más heridas emocionales.

—Basta ya, estoy cansada ya no aguanto más—sollozé—estuve en la cárcel varios meses mientras tu te divertías con mi hermana y jugabas al buen papá, salí a trabajar duramente de sol a sol, mi vida no ha sido nada fácil últimamente... Aún así lo he logrado, he sobrellevado sola todas estas situaciones, no necesito que vengas a darme más problemas.

—Solo quiero que estemos juntos—respondió desesperado—que vuelvas a casa, que seas mi esposa y que cumplamos todas las promesas que nos hicimos antes de casarnos es hora de hacerlas realidad Sara, no entiendo porqué te cuesta tanto confiar en mí, darme una oportunidad... La mujer que escribió ese poema parecía enteram
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