Mi mente se había perdido por el dolor y la vergüenza. Adriano me había dejado resguardada en la oscuridad, no me visitaba, no me daba agua ni comida. Mi cuerpo ya no tenía fuerzas para pelear, para gritar, siquiera para moverse, estaba completamente rota debilitada a más no poder por la falta de sol y nutrientes esenciales, era un despojo de ser humano, lo único que quedaba de la mujer poderosa que alguna vez fui era una sombra. Ahora era un maniquí quebrado, mancillado, alguien totalmente devaluado.
Quería que algo mágico sucediese que alguien me salvará, que se preocuparan por mí con tal de sentirme amada pero no sucedió. Ningún príncipe azul vino a mi rescate, el mundo me había olvidado sola en esa celda mugrosa, como un desecho. Esperé el rescate durante mucho tiempo, hasta que estuve demasiado débil para mantenerme consciente, ya no pensaba, ya la mente se me había quebrado en cientos de pedazos.
Fui perdiéndome a mí misma en un proceso lento y tortuoso, mi cuerpo cadaverico y