Eleanor no dejaba de admirarse en el espejo de cuerpo completo, una y otra vez le sonreía a su reflejo, era la primera vez que tenía un objeto así, por lo que estaba maravillada.
—Fue un buen regalo de su majestad, ¿verdad, señorita? — comentó Alcira, mientras la contemplaba desde atrás.
—Claro. — contestó la joven y se alejó del espejo. El comentario le hizo volver a recordar que Astor había mandado a colocar ese espejo es su habitación, “otro detalle” pensó.
La sirvienta se asomó por la ventana contemplando todo el bullicio.
—El jardín está lleno, sin duda, todos están emocionados por la celebración.
—No solamente es el cumpleaños de su majestad, también la guerra ha terminado, por lo tanto, es entendible que haya mucha emoción.
—Tiene razón.
Mientras ocupaba asiento para que Alcira comenzara a peinarla, Eleanor no dejó de observar el espejo y recordó la última conversación que había tenido con Astor, “No lo hago por él, usted debe cuidarse y… simplemente no quiero que muera.” no pu