—Eso es imposible porque ella está casada conmigo, por ley es mi esposa. — respondió, elevando la voz y sintiendo como la sangre comenzaba a hervirle.
Emmett lo encaró completamente esperando alguna respuesta, la cual nunca llegó, Astor no tenía nada más que decir, las cosas estaban hechas y no había vuelta atrás.
—¿No tienes nada que decir? —apresuró el menor, sintiéndose traicionado.
—No vine a pedir tu consentimiento, Emmett, si eso es lo que piensas. — le dijo con total tranquilidad, al mismo tiempo que lo miraba directamente a los ojos —Desde antes que te casaras, ya la habías perdido y sé que hay una ley que avala tu matrimonio con Eleanor, pero sabes tan bien como yo, que el reclamar a una hembra mediante el marcaje, va por encima de cualquier ley que tengamos.
—¿Y crees que lo aceptaré así de facil? —levantó un dedo acusatorio — No puedo, y sabes que la única forma de que esto acabé es…
—No quiero pelear contigo, hermano. — le interrumpió abruptamente. La sola idea de pelear a