【¡Ulises! ¡Que te jodan!】
Carajo, ya no podía aguantar más, furioso y también celoso, con todo tipo de pensamientos amargos y resentidos:
¿Por qué Marisela otra vez le preparaba comida a Ulises? Y empacada en recipientes, esto no era comer en un restaurante.
Ulises estaba en el trabajo, se la llevó en horario laboral, ¿ella misma se la llevó?
Maldito, carajo, ese desgraciado de Ulises, ¿por qué él, por qué él?
Mientras Lorenzo soltaba una retahíla de insultos, Ulises no le contestó directamente, sino que citó su mensaje 【Que te jodan】 y le respondió:
【Señor Cárdenas, qué vocabulario tan elegante, pero yo paso de tus propuestas indecentes.】
【Aunque si tanto insistes, siempre puedes intentarlo con un espejo...】
Al leer estos dos mensajes, Lorenzo perdió completamente los estribos, de una patada volcó la mesa de trabajo temporal que ya de por sí no era muy resistente.
—¡Mierda! ¡La puta madre! ¡¡¡Perro Ulises!!! —bramó Lorenzo con rabia.
Sus ojos ardían de ira, realmente quería correr al