Capítulo 48
—Tengo que ir a la oficina. Te daré un día libre. Puedes descansar hoy —dijo Lorenzo.

—No, puedo ir a trabajar.

—¿Aún tienes suficiente energía para trabajar? —preguntó el hombre en tono juguetón.

Celeste se ruborizó de repente. En realidad, le dolían las piernas y también se sentía muy agotada y adolorida por todo el cuerpo.

—Sé buena. Descansa hoy —dijo Lorenzo mientras le entregaba un tubo de pomada —. Aquí tienes.

—¿Qué es?

Ella prestó atención a las letras en inglés impresas en el embalaje y lo aceptó directamente.

—Anoche te lastimaste, te apliqué la pomada y necesitarás aplicártela varias veces más.

¿Ella se lastimó? ¿Dónde?

Celeste se quedó perpleja por un momento antes de captar el significado de sus palabras. Sintió como si hubiera aceptado un trozo de hierro caliente y tuvo la urgencia de tirar la pomada.

¡Él le había aplicado la pomada, en aquella parte…! Al recordar esa escena... Celeste se sintió terriblemente avergonzada.

—¿Por qué…?

Su rostro se puso tan rojo que parec
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