Sebastián frunció el ceño al ver la lista definitiva de pacientes. Había al menos cinco nombres que él consideraba ideales para el proyecto… y que Gemma había dejado fuera.

Durante la última semana, ambos se habían dedicado a entrevistar a los candidatos. Gemma lo había hecho siguiendo una batería de cuestionarios. Sebastián la había observado con admiración, había sido testigo directo de lo buena que era en su trabajo. Ella tenía una forma de hablar que generaba confianza, que invitaba a los pacientes a abrirse sin siquiera darse cuenta.

A lo largo de todo el proceso, ella no le dio la menor pista sobre sus decisiones ni compartió resultados preliminares, al menos no con él, pero si lo había hecho con el psiquiatra que los estaba apoyando. Aquello lo había frustrado, pero decidió respetar su forma de trabajar. Después de todo, ese era su campo.

Levantó la mirada de los informes y la observó.

Después de su cena juntos, Gemma se había vuelto a levantar una muralla invisible entre ellos,