Sebastian se acercó a Gemma y la tomó del rostro con ambas manos.
—Porque eres buena en tu trabajo y tienes justo lo que estaba buscando. Una mente joven capaz de ver las cosas desde otra perspectiva y que conecta con sus pacientes. Y… —Se detuvo, dudando, inseguro de si debía seguir.
—¿Y? —insistió ella, con los ojos fijos en los suyos.
—No voy a mentirte. También esperaba que pudiéramos pasar más tiempo juntos. Estaba algo desesperado y me parecía la única forma de acercarme a ti. Al menos antes de intentar secuestrarte y encerrarte en mi departamento.
Gemma dio un paso atrás, los ojos abiertos como platos.
No le gustó que intentara poner distancia entre ellos.
—¿Me habrías elegido, si no hubieras estado interesado en mí?
—Aunque no creo poder imaginar una realidad en la que no lo estuviera, sí, lo habría hecho. Te admiro, y admiro tu trabajo. —Su voz bajó un tono, más cercana—. Y espero que no estés dudando de tus capacidades por un tonto rumor que algún idiota esparció.
Gemma solt