Carlos
—¿Qué os pasa a los dos?— nos interroga Diego con la mirada.
A mis oídos apenas llegaba un murmullo, se había hecho como un ruido sordo que me impedía prestar atención a nada más que no fuera a la dichosa prueba de embarazo. Miro en dirección a Abigail y después giro muy despacio hacia Diego, estoy segurísimo que debo estar blanco como el papel. Sabía que existía esta posibilidad, pero no estaba preparado para eso.
Y ahí estaba, no se dibujaba una, sino dos líneas. En dos de las pruebas se veía una línea muy tenue y finita, pero los dos éramos capaces de verla. Diego tomó una de ellas con sus manos y empezó como a ojearla al trasluz.
—¡Joder, estás embarazada!— se lo arrebato de las manos para verlo yo mismo de cerca. No, no hay dudas son dos líneas.
Abigail toma el resto de pruebas y se las lleva más cerca de la ventana donde proviene más luz natural.
—En estas también se puede ver una línea más, pero es demasiado fina y semitransparente—. Explica Abi, casi más para si misma q