Marina
Once horas de viaje que en otros tiempos me habrían parecido una tortura, ahora mismo viajando con Paul me han parecido hasta pocas. Primero me quedé yo dormidita arropada en sus brazos. Creo que fueron como tres horas y el pobre no se quejó para nada aunque era más que evidente que se le había adormecido uno de sus brazos.
El resto del vuelo yo lo pasé viendo una de esas películas que suelen poner en los viajes largos, creo que debía ser una de serie Z, ¡dios mío que mala era! No culpo a Paul para nada que se quedara durmiendo en mi hombro durante la peli, si yo no hubiera dormido antes, seguro caería en el sueño otra vez. Oh, míralo estaba adorable con su cabeza apoya en mi hombro, se mueve y acomoda mucho mejor en mi cuello.
Es magnético lo que siento por este hombre en este preciso momento. Llevo un buen rato fantaseando con llevármelo al baño y cumplir una de esas fantasías sexuales recurrentes para casi todo el mundo. Pero no, yo soy un poco más modosita y vergonzosa para