Marina
Para llegar a la formación de cuevas tuvieron que viajar unos diez minutos en aquella embarcación a motor atracando en un pequeño embarcadero el cual se había habilitado para traer expresamente a los turistas. El guía tan pronto los reunió a todos y los tuvo lo más atentos posibles empezó a explicar que concretamente la gruta de venus era la mejor acondicionada para la visita y que el camino estaba correctamente señalizado y que era imposible perderse, pero que era mejor por temas de seguridad que no se separaran del grupo al menos mientras bajaban hacia las entrañas de la cueva buscando el famoso lago cristalino subterráneo.
De repente una mujer se acercaba a ellos al trote sujetando su inmensa pamela contra el sol, mientras con su otro brazo libre lo agitaba como saludándolos a ellos…parecía sonreír pero el sol reinaba en lo alto implacable y no podían reconocer a la mujer.
—¡Marina! ¡Marina! Espera…— era una mujer de pelo oscuro corto, ojos avellana y piel de porcelana, tal