Agua caliente

Marina

El agua estaba riquísima, pero apenas se podía ver nítido el fondo porque estaba un poco sucio. Eso ponía un poco intranquila a Marina que aún recordaba su baño nocturno. Pablo que llevaba un buen rato observándola en silencio, más o menos intuía lo que debía de estar pasando por la mente de la rubia. Quería jugar un poco y pasárselo bien con ella, pero no aún no era el momento de hacer travesuras. Recompuso su cara de diversión, en un semblante un poco más serio y miró a Marina, llamando su atención.

—Dime, ¿me vas a seguir negando que no conoces a Carlos?

—Sería estúpido negar lo evidente ¿no es cierto?— se produjo un silencio durante largos segundos—. Sí, nos conocemos— admitió por fin Marina, pero no dio muchas más explicaciones.

—¿Y de qué se conocen?— Pablo tenía la sensación de estar sacando la información de aquella mujer a cuentagotas. 

—Bueno, nos conocimos por motivos de trabajo—. Marina no mentía, pues así fue como conoció a Carlos— Mi negocio familiar está dedicado a la construcción y ya sabrás que el negocio de su familia está enfocado al mercado inmobiliario, nos conocimos así haciendo negocios entre nuestras familias, sin más.

Pablo no sabía si seguir preguntando o no. No quería acosar a preguntas a Marina y que se cerrara en banda como ya había pasado con anterioridad. Decidió hablar un poco del negocio familiar.

—Vaya, o sea que a la construcción, ¿no? No se si puedo imaginarte entre obreros, levantando paredes con tu fuerza descomunal…

Un golpe de agua azotó la cara de Pablo e inmediatamente los  dos comenzaron a reír.

—Calla tonto— dijo Marina entre risas— yo asumí la Dirección de la empresa, pero es mi padre quien aún ostenta el cargo de presidente. Es cuestión de unos pocos años que se jubile. Lo mío es más dirección que otra cosa, pero no te confundas se todo lo que hay que saber sobre mi negocio. No soy una niñita rica que no hace nada en la vida.

—Oye, yo jamás diría tal cosa… —por su mente pasaron imágenes de ella paseando por la construcción llamando la atención de obreros sudorosos y sin saber por qué algo dentro de su pecho ardía—. Y dime ¿eres más de oficina o de ir in situ donde está la acción?

Se quedó muy extrañada con esa pregunta. Nunca antes nadie le había preguntado tal cosa. Su cara de estupefacción lo debe decir todo… 

—Bueno, normalmente estoy en la oficina o visitando proveedores y cosas así, pero sí, a veces hace falta ir donde está el problema o ver cómo va la obra y si se están cumpliendo unos estándares, plazos y expectativas— sonaba todo con tanto orgullo. Se sentía tan orgullosa de su trabajo y de haber llevado un poquito más lejos el negocio de su padre. A Pablo no le pasó desapercibido.

Algo se escuchó chapotear por encima del agua, rompiendo la charla que estaban teniendo. El primer pensamiento de Marina es que se trataba de un pez, pero acto seguido notó como una corriente de algo que pasaba justamente por al lado de una de sus piernas a toda velocidad. No podía ser verdad, otra vez ese maldito pez estaba acosándola y sin darle mucho más tiempo a pensar, directamente notó como algo le rozaba su desprotegido trasero. Salió corriendo y gritando en dirección a Pablo que la miraba con cara de no saber qué demonios pasaba y por qué gritaba así. 

Marina de un salto se aferró con sus piernas alrededor de la cintura de Pablo y sujetándose en sus hombros trataba de elevarse como huyendo de algo.

—Ha-hay algo en el agua, me acaba de rozar por varios sitios— dijo casi rozando la histeria.

Él no sabía qué decir, ni qué hacer, ni mucho menos dónde poner sus manos. Por la altura que se elevaba Marina tratando de huir de esa cosa, sus pechos paraban en su cara, en su jodida cara. Y para colmo no podía rodearle la cintura para sujetarla porque lo único a esa altura era su retaguardia. Oh, pero qué estaba pasando hoy…Que no se entienda mal, él estaba encantado pero no sabía si ella se lo tomaría a bien o a mal. Decidió arriesgarse y elevó sus brazos agarrando a Marina por sus caderas la ayudó a bajar un poco de esa incómoda posición. No, no pensaba soltarla…

—Cariño, cálmate seguro es solo un alga—. Y moviendo sus manos intentó hacerle ver que no había nada ahí— Ves, no hay absolutamente nada. Por cierto ¿por dónde te ha rozado?

Marina se relajó un poco, pero solo un poquito. Su agarre con las piernas a la cintura de Pablo era brutal, aún no se había percatado pero el pobre lo notaba todo. 

—¿Y si vuelve?— dijo haciendo un bonito puchero—. Me ha rozado en mi pierna y luego…luego…

—¿En la pierna y dónde más cariño?— mientras le masajeaba la pierna hacia arriba y abajo muy lento y suave.

No, en este punto no sabía si decirle dónde más le había rozado aquella criatura del inframundo. No iba a decir más…

—Uhm o sea que no piensas decírmelo eh…— Pablo estaba emocionado, eso era una invitación a intentar descubrir dónde le había rozado.

—A ver,— continuó— si uno fue en tu piernecita, ¿tal vez el otro fue en la otra pierna?— ahora le recorría las dos piernas a dos manos, arriba y abajo llegando casi hasta el glúteo— De paso me cercioraré que no tengas ni un rasguño.

—No, no ha sido en la otra pierna, pero estás bastante cerca— a ese juego podían jugar dos, pensó malvadamente Marina. Y como si sus palabras activaran algo, notó moverse algo en su centro. Oh no, esto le está gustando…

—Entonces si me estoy quemando tal vez se trate de…¿aquí?— y pasó las manos de sus muslos, pasando por las caderas y colocó las manos en su cintura— Dime si voy bien, ¿ha sido aquí?

—No, pero sigues quemándote. Está un poco más al Sur—. Y con estas palabras Pablo arqueó una ceja en comprensión y comenzó a deslizar sus dos manos desde la  cintura, pasando suave y despacio por los dos montículos que lo tenían loco desde el espectáculo de la crema. Los pasó por completo y llegó hasta abajo, sopesando y amasando. Su traje de baño iba a explotar…

Un gemido suave salió de los labios de Marina y la obligó a arquear su espalda y llevar su mentón hacia atrás. Pablo no pudo evitar llevar sus labios a la zona de la clavícula de Marina y comenzar a dar pequeños besos, mientras seguía masajeando y destruyendo esos dos cachetes que lo tenían loco. Ya no era tan delicado y comenzaba a apretarlos.

—¿Estoy en el lugar correcto? — atacó su cuello con sus labios y la estaba volviendo loca de placer. Marina no sabía qué hacer, si parar aquello o seguir con el juego. Lo que estaba claro es que le gustaba, pero tampoco podía dar un espectáculo en la playa… decidió jugar un poco más, pero se le estaba yendo de las manos aquello.

—Uhm cuando dije más al Sur no me refería exactamente a eso.

Paró en seco y se detuvo a mirarla a los ojos, ¿había escuchado bien? ¿Acaso se trataba de un reto? La verdad no se esperaba para nada que ella le siguiera así el juego, pero aquello eran palabras mayores porque si sus manos iban donde supuestamente le estaba insinuando Marina que debían ir, habría llegado a un punto de no retorno en el juego. Que ya no sabía si era un juego o qué…

—¿Estás segura?

—Absolutamente— respondió con el brillo de la anticipación en sus ojos.

Y sin apartar la mirada el uno del otro, movió su mano alrededor de su cadera, la pasó lentamente por su vientre y sus cabezas se reclinaron hasta tocar sus frentes, en ese preciso instante volvieron a mirarse a los ojos. Pablo guió su mano por encima de la tela del tanga, justo por encima de su monte de venus, por su hinchado clítoris y siguió hasta su obertura. Ahí hizo el amago de meter un dedo, pero estaba la tela y solo se trataba de una provocación. Retiraba su mano por donde mismo había venido y comenzaba de nuevo la dulce tortura para Marina.

Con mayor descaro se miraron justo en ese momento en que Pablo bajó otra vez su mano por la dulce estrechez y se quedó parado con sus dedos en el clítoris.

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