Mundo ficciónIniciar sesiónCarlos
No, no podía ser cierto. Sabía desde el principio que era una mala idea invitar a Marina a la boda, qué digo, esa boda era la que a ella le hubiera correspondido de no ser porque la engañé con Abigail. ¿Desde cuándo mi vida se había vuelto tan complicada? Sí, yo sabía la respuesta. Justo fue más o menos hace un año cuando toda mi vida cambió, mi abuelo falleció dejando una ridícula cláusula en el testamento para poder heredar la fortuna familiar. Desde que me gradué he sido yo el que se ha hecho cargo del negocio familiar, aprendiendo todo lo que era necesario para ser un buen Ceo y no defraudar a nadie, ni a mi familia, ni a los accionistas, ni a los trabajadores,…a nadie. Pero el viejo se muere y nada vale, ningún esfuerzo es tenido en cuenta, solo las locuras de un viejo moribundo y senil. Todo el esfuerzo invertido no cuenta, recuerdo cómo me enfurecí en aquel momento, bebí hasta casi perder el conocimiento y así fue como acabé amaneciendo desnudo en la cama de un motel con Abigail. Todo, todo empezó ahí, no sé que pasó pero lo único cierto es que esa fue la primera vez, el principio del fin…
Mi abuelo dejó escrito en su testamento el reparto de sus bienes. Los bienes inmuebles los repartió entre todos sus herederos, su esposa, mi padre, mis tíos y yo. Pero cuando llegó el momento que más me interesaba, o sea la empresa, el viejo estipuló que la empresa sería del primero de sus nietos que lograra en un año tras su muerte, casarse y darle un heredero o por lo menos que la futura esposa estuviera embarazada antes de que finalizara el año. Un año,…tenía un año para casarme con Marina y dejarla embarazada. Esa noche solo quería beber y olvidarme de todo y mi mente no dejaba de planear cómo plantearle las cosas a mi prometida. ¿Ella aceptaría mi propuesta? Por supuesto que sí aceptaría, pero si se enteraba de lo que decía ese testamento tal vez me abandonaría. La conozco demasiado bien, es muy orgullosa y obstinada, seguramente pensaría que se lo propongo por obligación y diría que no.
La verdad que soy un imbécil, había tenido cuatro años de relación para por lo menos haberle propuesto matrimonio y no lo hice, siempre pensando primero en mi carrera, en mi empresa y después en lo personal, siempre iba después lo personal. Ya era tarde para lamentarme, no puedo cambiar el pasado. Simplemente bebí y bebí y no sé cómo me desperté en aquella habitación con Abigail rodeándome con sus piernas mientras me abrazaba. No soy tonto todo olía a sexo, mi miembro me ardía y estaba enrojecido. Sí, estaba seguro de que nos habíamos acostado juntos. La separé de mí a empujones y cuando se despertó le pedí explicaciones y solo dijo que me encontró bebiendo en aquel club y nos tomamos unas copas juntos y una cosa llevó a la otra y acabamos en esa habitación.
Algo se me escapaba, algo me chirriaba en mi mente. ¿Por qué de entre todas las personas, estaba precisamente ella allí, en aquel preciso lugar? Imagino que ahora ya eso da igual, traté de esquivarla durante un tiempo, se había empeñado en que quedáramos a tomar algo para vernos y aclarar todo. Yo la rehuía, no quería ni verla. Entre tanto me armé de valor y preparé mi declaración para Marina. Le preparé una cena maravillosa en uno de los restaurantes de moda de la ciudad. Era un restaurante espectacular en uno de los rascacielos más altos, se podía ver toda la ciudad de noche, las luces, a Marina siempre le gustaba cuando la llevaba a aquel sitio, se quedaba fascinada por las vistas. Ahí fue donde le propuse matrimonio y ella aceptó. Era el hombre más feliz del mundo, pero de vez en cuando se pasaba por mi mente la infamia que había cometido con una de sus mejores amigas, si ella se enteraba nunca me lo perdonaría…Fui un egoísta y no le dije nada, la convencí para celebrar nuestra boda lo antes posible, a poder ser antes de un año.
Tengo un hermano mayor, fruto de una relación anterior de mi padre con otra mujer. Por lo que yo se fue una aventura, un desliz que tuvo mi padre con una niña bien. Según las habladurías ella nunca le reprochó nada, fue hasta unos años después que nos enteramos que tenía otro hijo, y para colmo mayor que yo, siempre lo he odiado por que tal parece que debemos ser rivales en todo. Si él es buen estudiante yo debo serlo más, si es bueno en deportes pues yo más y así con todo. Cuando cayó la bomba del testamento mi padre habló conmigo y me dejó en claro que tenía que ceñirme a las reglas del juego, que si esas eran las condiciones para heredar la empresa, pues que debía ser más rápido que mi hermano. A todo esto él nunca se interesó en la empresa, lo veía en contadas ocasiones como vacaciones o navidad, lo típico. Su familia materna también era muy rica y los últimos años él había tomado el control, nunca imaginé que quisiera mi empresa. En realidad no lo había hablado con él, pero me daba lo mismo tenía que asegurar mi posición y me daba igual si él estaba interesado o no, yo debía llegar el primero y ganar.
Con el tiempo atendí a los mensajes y llamadas de Abigail, tenía que solucionar esto con ella porque se había vuelto tenso cuando estábamos juntos con Marina y no quería que le contara nada de lo que pasó. Fue una mala idea por que entre trago y trago acabamos en la cama y esta vez me acordaba de todo, no podía decir que yo no había contribuido en nada. Al principio no quería verla pero al final sucumbí a lo prohibido y el sexo era muy bueno con ella, imagino que lo prohibido siempre es más excitante. Me odiaba a mi mismo por estar engañando a Marina, cada vez éramos más atrevidos y osados en nuestras salidas y encuentros. Tal vez en mi subconsciente quería que nos atraparan, que esto terminara y no hacerle daño a mi prometida…prometida, sí ella era mi prometida y yo le estaba poniendo los cuernos con su amiga, no se podía caer más bajo en el ranking de novios cabrones. Ese día que nos pilló en la cama creo que es el primero en el que pude respirar y quitarme ese peso de encima. Pensé que lo mejor era no hablar con ella y así lo hice hasta que casi un mes después le mandé aquel mensaje dando unas cortas explicaciones.
Han pasado casi nueve meses de la muerte de mi abuelo y debo darme prisa, tengo que embarazar a Abigail lo antes posible y ni loco iba a cancelar la boda, tenía que casarme sí o sí. Hacía semanas que no usábamos ningún método anticonceptivo pero no se si será por los nervios de los últimos meses que aún no he conseguido dejarla embarazada. Pero lo último que me faltaba era llegar a esta isla donde se supone que debían ser unos días de relax antes de la boda, encontrarme a Marina y encima con él tendido sobre ella en aquella playa de noche. No sé como pude contenerme de no matarlo allí mismo. Sí, eso tenía que haber hecho y me hubiera ahorrado de verlos juntos en más de una ocasión. Sospecho que ha debido deducir que ella es importante para mi y se ha empeñado en seducirla…Sí, no me cabe duda de eso. Sí él es mi hermano, me vi obligado a invitarlo a esta boda y tampoco me esperaba que asistiera, maldita sea el universo entero se ha aliado contra mi para volverme loco, sí loco de los malditos celos.
La escena que presencié esta tarde desde mi apartamento no tiene nombre. No, no podía ser, Pablo manoseando y sobando a mí Marina, estoy seguro que si no llego a aparecer yo esos dos se lían ahí mismo. Y ese tanga me mataba ¿Desde cuándo era tan osada con su ropa de baño? Nunca le había conocido esos tangas… El colmo ya fue cuando los vi desde mi apartamento, meterse en el agua. Al principio todo normal hasta que Marina saltó encima de él como una poseída y otra vez empezaron a descontrolarse, no podía verlos del todo bien pero cuando ese desgraciado comenzó a darle besos por todo su cuello y vi adonde iban dirigidas sus manos, no pude más, no pude más y empecé a gritar como un loco.
—¡Tiburón! ¡Tiburón!
Todo el mundo empezó a entrar en pánico, gente gritando a sus familiares que salieran del agua, gente creyendo ver al tiburón y señalándolo con el dedo. El socorrista empezó a pedir a la gente que saliera del agua. Y como no, no pude más que emitir una gran sonrisa cuando vi que se tuvieron que separar el uno del otro preguntándose que demonios pasaba y en pánico vi como Marina se soltó de Pablo y empezaron a salir corriendo los dos. Uff, por fin podía respirar tranquilo… pero ese pedazo de idiota me las iba a pagar, ¡deja que lo pille a solas!







