Nikolai la observó sin pestañear, con ese aire orgulloso que tanto la irritaba. Sus ojos oscuros eran insondables, como si llevaran siglos enterrando secretos que no iba a dejar al descubierto ahora. Pero eso no detuvo a Lilia. Sentía que si no descargaba todo lo que llevaba dentro en ese instante, podría explotar.
—Déjame entender, porque parece que he estado viviendo una m*****a mentira desde que llegué a tu mundo. ¡Así que resulta que todo esto no tiene que ver con mi supuesta protección! Que no me tienes aquí porque debo algo o porque te debe importar mi seguridad. ¡Es porque crees que me puedes poseer! —Un golpe seco y lleno de rabia surcó su garganta.
—Lilia... —empezó Nikolai, con ese tono bajo, como si con su mera voz pudiera calmar la tempestad. Pero ella no iba a dejarle terminar.
—¡No! —exclamó, alzándo su mano como una barrera entre ambos—. Si me "viste bailar" y tomaste la decisión de que ahora soy "tu propiedad", entonces estás igual que Aleksei. ¡Los dos creen que tienen