Laura disfrutaba su nueva rutina en San Martín de los Andes. Su trabajo en la agencia publicitaria la mantenía ocupada, y el círculo de amigos que había formado con Martina y Matías le brindaba una cálida sensación de pertenencia. Pero justo cuando empezaba a sentir que su nueva vida se afianzaba, el pasado volvió a golpear.
Era una noche tranquila cuando recibió un nuevo mensaje de Alex: “Estoy aquí. Necesito verte.”
Su corazón se paralizó. No podía ser cierto. ¿Aquí? ¿En San Martín de los Andes? Alex sabía que este lugar era su refugio, su nuevo comienzo. ¿Por qué había venido?
Respiró hondo, sintiendo un torbellino de emociones dentro de ella. ¿Debería responderle? ¿Enfrentarlo? No tenía que hacerlo, pero algo dentro de ella sabía que, si no cerraba esa puerta de una vez por todas, siempre quedaría una sombra acechando su felicidad.
La noche se sintió más fría de lo habitual cuando decidió salir a despejar su mente. Caminó por las calles iluminadas de la ciudad hasta llegar a un mu