No debería gustarle.
No debería siquiera voltear a verla.
Joder, no debería pensar en ella como una mujer cuando es solo una jovencita rebelde que hace las cosas sin pensar, pero lo hace, y eso, desde la boda de Kira y Jack… no lo había abandonado ni un solo instante.
La forma en la que se le insinuaba era atrevida, reveladora, no medía el peligro y en más de una ocasión lo había puesto en una situación comprometedora.
¡Era una provocadora por naturaleza!
Recargó los antebrazos en los azulejos y dejó que el agua de la ducha hiciera efecto en su espalda… pero fueron unas manos suaves, cálidas y pequeñas la que lo estremecieron.
M4ldita sea. Era ella.
— Lana… — gruñó entre dientes y negó con la cabeza, como si estuviese pidiéndole que parara.
Ella lo ignoró por completo, y contrario a eso, deslizó sus dedos por su espalda ancha y lo rodeó hasta intentar tomar el miembro increíblemente erecto entre sus manos.
Él la detuvo y se giró con el pecho inflado. Le costaba respirar, y fue peor cu