La imagen de Klifor y Charles riendo juntos, cómplices, se grabó a fuego en mi mente, anulando todo lo demás. La culpa se transformó en una ira glacial y letal. Ya no era un nudo en el estómago; era una hoja afilada que me exigía acción.
Esos hijos de puta se estuvieron burlando de mí, haciéndome jugar este juego como si fuera un peón mientras que ellos se reían pensando que me tenían dominado. Me estuvieron llevando y trayendo, haciéndome escoger entre dos bandos y todo para que los dos fueran gual de culpables.
—¡Tráiganlo! —rugí, girándome hacia los policías más cercanos. Mi voz no sonaba humana; era el gruñido de un animal herido y traicionado. Uno que buscaba a su esposa—. ¡Tráiganme a Klifor Darclen ahora mismo!
Los agentes me miraron, confundidos. Uno de ellos, con el rostro manchado de hollín, parpadeó.
—¿Señor Lancaster? Pero… si está en custodia, en la sala de espera del subsuelo… por la apelación…
—¡No me importa! —estallé, avanzando hacia ellos—. ¡Quiero verlo frente a m