Tarareaba una canción mientras doblaba mi ropa y la guardaba en la maleta. Aún faltaban tres días para el viaje, pero quería estar lista. Y no lo podía negar, me emocionaba. Solo con pensar todo lo que aprenderíamos y los bellos lugares que observaríamos, me hacían caminar sobre una nube.
Era muy distinto viajar a un lugar por turismo que por estudio. Y la verdad, me emocionaba mucho más el estudio. Suspiré, ya que me estaba dando cuenta de todo lo que perdí por la forma en la que fui criada, las experiencias que desperdicié. Tuve ciertas libertades al ser criada por mi padre, pero también, ciertas restricciones.
Pero no iba a entristecerme por eso, ya que a pesar de todo lo malo que he pasado, ahora todo era perfecto. Tal vez no haya seguido el ritmo que el resto de las personas de mi edad, pero no me importaba. Yo estoy viviendo a mi propio ritmo. No me interesaba ser casi una treintañera que apenas estaba en su primer semestre, rodeada de jóvenes fiesteros y libertinos mientras y