••Narra Frederick••
El galpón olía a sangre seca y miedo. Mis zapatos resonaban contra el piso de concreto mientras avanzaba hacia donde tenían a Travis, esposado a una silla de metal. No llevaba camisa, solo un vendaje que estaba manchado de rojo. Yo mismo ordené que lo curarán, ya que no podía permitir que muriera sin verlo a los ojos. Necesitaba ver cómo gritaba y suplicaba por vivir.
—Lancaster —Travis levantó la cabeza con una sonrisa torcida. A pesar de la situación, actuaba como si todo estuviera bien, como si no hubiera hecho nada malo—. Sabía que vendrías personalmente.
Cogí un cuchillo del banco de herramientas y lo examiné bajo la luz tenue.
—Pareces alegre para alguien en tu posición.
—¿Mi posición? —Se rio, haciendo tintinear las esposas—. Dentro de horas mi gente notará mi ausencia.
Su fortuna no era más grande que la mía y su influencia tampoco. Él solo manejaba golosinas, yo inversiones. Había niveles y él estaba por debajo de mí. Claro, que es más fácil deshace