Me sentía tan expuesta en el coche, contándole mis traumas a mi exesposo, el mismo hombre que me rompió el corazón. Jamás pensé en contarle a alguien lo mucho que sufrí después de la caída de mi padre. En especial, porque la gente parecía gozar con mi sufrimiento, como si quisieran sentenciarme por los errores de mi progenitor. No había nadie que me escuchara para comprenderme o desahogarme, solo para burlarse.
—Resulta que él estaba en ese bar cuando yo estaba trabajando, pero ni siquiera me di cuenta. Era mi primera semana y me estaba adaptando. Cometí muchos errores —dije mientras recordaba como volcaba los tragos al servirlos en la mesa. Algo me decía que si no hubiera renunciado, me habrían despedido de todas formas—. Una vez que salí del trabajo, decidí caminar ya que no tenía dinero para pagar un taxi. Todas mis cuentas estaban congeladas y mis objetos personales estaban decomisados. Apenas logré sacar lo del alquiler antes de que me quitarán todo.No pude