Me comuniqué con el doctor Bennett antes de salir del vehículo, el cual estacionamos en la parte de atrás, para evitar ser vistos por ojos indeseados. Lo último que necesitaba era que Charlotte saliera en las noticias en el estado que estaba.
Charlotte me permitió llevarla en brazos al interior del hospital, por primera vez, no pareció preocuparse porque alguien la reconociera, lo que me confirmaba su estado de shock.El doctor Bennett vino con prisa a recibirnos. Este hombre se va a comprar una mansión en Las Bahamas a costillas mías.—Sala privada, tercera planta —dijo el doctor con voz profesional, revisando su tablilla—. Necesitamos evaluar su estado de shock y posibles lesiones internas.Charlotte no protestó cuando la trasladamos a la camilla. Sus ojos verdes seguían vidriosos, perdidos en algún punto entre el presente y el trauma.Una vez que estuvimos en la habitación privada, el doctor habló con ella, le hacía preguntas, pe