••Narra Frederick••
En el vehículo, Charlotte estaba volviendo a recuperar su movilidad facial. Su rostro se fue relajando al igual que sus párpados, los cuales comenzaron a funcionar nuevamente, recordando que debía parpadear para vivir. Estábamos en la parte de atrás del coche, mientras que el chófer y uno de los guardaespaldas iban al frente. Aunque había algo en el rostro de Charlotte que no me gustaba, estaba olfateando mucho, de manera exagerada. Creo que estaba cayendo en cuenta de la cantidad de sangre que llevaba encima y necesitaba evitar eso. —Metal… —susurró, buscando el causante del penetrante olor. —Es el coche, princesa. Está algo oxidado —hablé con convicción, a pesar de que por dentro me estaba regalando a mí mismo. «¿Auto oxidado? ¿En serio?» Charlotte no se detuvo, ella sabía perfectamente de d