••Narra Frederick••
El aire en mi oficina olía a whisky caro y tensión por resolver. Había accedido a una reunión pacífica, a permitir que este muchacho hablara antes de que decidiera cortarle la lengua. Conocía a las personas como él, en busca de dinero fácil.
Ese chico… Willy, se mantenía de pie frente a mí escritorio, sus manos callosas aferradas a un bolso desgastado.
En persona se veía más joven y más pobre de lo que merecía Charlotte.
No sabía dónde se había ocultado todo este tiempo, ya que tenía vigilada su casa y la casa donde encontré a Charlotte, así también su puesto de trabajo, no se había aparecido por ningún lado. Era como una cucaracha.
—¿Qué quieres? —dije sin molestarme en las normas de cortesía—. ¿Por qué vienes a mi mansión sin invitación?
El joven con los lentes de armazón grueso, respiró profundo.
—Sé lo que está ocurriendo en este lugar.
Aquí viene, lo mismo de siempre. Otro indigente interesado que busca una tajada de mi fortuna. Creen que pueden usar a