Capítulo 49
Ares caminó por el pasillo y ella lo siguió. Subieron juntos las escaleras hasta llegar a su habitación. Una vez allí, él puso la mano en el pómulo y dijo.

—Solo vamos a hablar con más privacidad. Te prometo que no haré nada que no quieras hacer, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —respondió ella de forma tranquila.

Él giró la manilla y le dio paso para que entrara. Gina avanzó por la habitación, con pasos titubeantes, hasta llegar al borde de la cama donde se sentó, sentía como sus piernas temblaban como gelatina.

Ares entró a su habitación y cerró la puerta detrás de él, con pasos lentos, camino en silencio hacia Gina y se arrodilló frente a ella. Sus ojos reflejaban una súplica profunda mientras le susurraba.

—Mi pequeña lobita, confía en mí, cuéntame por qué estás así. Si me permites ser tu mate, te voy a cuidar como lo más valioso que tengo.

Una vez más, el llanto desgarrador llenó la habitación. Ares, desesperado, apretó sus manos con fuerza, pero se mantuvo en silencio, permitiendo
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