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Capítulo 4: El Precio de la Reina

El aire fresco del pasillo ejecutivo se sintió como una bienvenida después de la sofocante tensión de la sala de juntas, Ariadna se alejó del salón de la victoria, dejando atrás a Marcus Thorne, descompuesto y derrotado, y a una Giselle que ahora la miraba con un terror rabioso, había ejecutado su movimiento con precisión, usando los datos duros como un escudo impenetrable.

Mientras caminaba hacia la oficina de su esposo, que ahora era suya, Ariadna sintió una descarga de adrenalina que le hacía temblar ligeramente las manos, había funcionado, había roto la etiqueta de "esposa florero" en público, reemplazándola por la de "CEO temporal" en un solo golpe magistral, ella había decidido quién era.

Pero la euforia duró solo hasta que su mano rozó el discreto dispositivo que siempre llevaba consigo, el mensaje anónimo seguía allí, frío y amenazante: "Sabemos que sabes, la venganza no te devolverá lo que perdiste."

Se detuvo frente al imponente despacho de Ethan, nadie más podía entrar hasta que se reinstalaran los códigos de seguridad, algo que haría personalmente, Ariadna respiró hondo, este mensaje no era de Marcus, Marcus era un depredador torpe, esta amenaza era quirúrgica, apuntaba directamente a su pasado y a la razón secreta por la que se había casado con Ethan.

Ariadna no era una hacker en el sentido tradicional, su habilidad era mucho más sutil y peligrosa en los círculos del dinero: era una Consejera Financiera anónima de élite.

Después de la bancarrota moral que sufrió al pagar la deuda de aquel accidente de tráfico (su verdadera "deuda" era la culpa), Ariadna había reconstruido su vida desarrollando una capacidad casi instintiva para rastrear flujos de capital, predecir movimientos del mercado y, lo más importante, ayudar a empresas y particulares a "reaparecer" en el mercado con una nueva identidad financiera, el seudónimo "Oráculo Anónimo" no se refería a la piratería informática, sino a la profecía financiera, ella movía el dinero de sus clientes con tal maestría que era invisible para los ojos no entrenados, el Fondo Fénix había sido su trampolín personal, la demostración de que podía crear valor de la nada.

Ethan lo había descubierto de casualidad, a través de uno de sus clientes, y eso la había llevado a su matrimonio por contrato, él no la había salvado de sus deudas, sino que le había ofrecido una protección: un apellido, una posición social que silenciara a los acreedores morales de su pasado, a cambio de su presencia discreta.

¿Quién más sabe de mi pasado?

El mensaje la hacía tambalear ¿"Lo que perdiste" se refería a su identidad, o a algo mucho más profundo que había quedado enterrado bajo su matrimonio?

Ariadna entró en el despacho de Ethan, un santuario de cuero y vidrio, se sentó detrás del escritorio gigantesco, por primera vez, se permitió sentir la opresión del desafío, acababa de ganar una batalla, pero la guerra real era averiguar si el accidente de Ethan había sido un ataque aleatorio o si estaba conectado a su pasado.

La primera tarea fue asegurar la empresa.

Ignorando el mensaje por un momento, se conectó al sistema corporativo, su ritmo de trabajo era metódico y rápido, una coreografía de números, en menos de dos horas, había revertido la transacción offshore de Marcus, inmovilizado sus activos personales vinculados a la empresa y enviado una orden de cese y desista a Giselle, eliminando su acceso a cualquier propiedad de Thorne.

Mientras trabajaba, notó un patrón en los últimos informes financieros de Ethan: las inversiones en el extranjero habían aumentado drásticamente en los últimos seis meses, justo cuando Marcus intensificaba su traición, pero había una cuenta en particular, etiquetada como "Reserva Personal 2", que se había mantenido en estricta confidencialidad, una cuenta que, incluso para ella, era difícil de rastrear.

Esto era lo que la Junta no vería: Ethan no había estado durmiendo, sino preparando una fuga o un último golpe.

De repente, su pantalla parpadeó, una videollamada entrante de un número desconocido, Ariadna dudó, su instinto le gritó que contestara, se puso en modo de grabación.

Una mujer de mediana edad apareció en la pantalla, con un rostro duro y ojos que parecían saber demasiado.

"Ariadna Vega," dijo la mujer con un acento extranjero "Felicidades por su pequeña victoria, la Junta es fácil de manipular."

"¿Quién es usted? Y ¿cómo obtuvo este número?" preguntó Ariadna, su voz firme, pero su mente acelerada.

"Mi nombre es Elena, y soy la persona que financió el accidente de su esposo," soltó Elena con una calma escalofriante.

Ariadna sintió un escalofrío, la mentira era demasiado audaz para ser un farol "¿Por qué me lo dice a mí?"

"Porque no fue un ataque, fue un castigo, y usted es la siguiente," continuó Elena. "Veo que ha desarrollado una columna vertebral, eso es bueno, el Fénix ha resurgido, pero un fuego siempre deja cenizas, sus viejos demonios, sus etiquetas morales, no la dejarán dirigir ese imperio."

La palabra "demonios" era una herida abierta, Elena había cruzado una línea que Marcus no podía.

"¿Qué quiere?" exigió Ariadna.

"Solo quiero que se retire, Ariadna, ceda el control a un tercero neutral y olvídese de Thorne Corp, si continúa excavando, no solo descubrirá quién intentó matar a Ethan, sino también quién rompió a Ariadna Vega." Elena sonrió, revelando un conocimiento profundo del dolor de Ariadna "Le doy una semana para anunciar su retiro, o voy a contarle al mundo la verdad sobre el accidente de tráfico y la razón por la que perdiste a tu hija."

La mención de su hija, un secreto tan profundo que solo Ethan lo conocía, la golpeó como un rayo, la serenidad de Ariadna se hizo añicos, se levantó tan rápido que la silla casi cae, el dolor era físico, un agujero negro que la asfixiaba, este era el precio de su venganza.

"No te atrevas a mencionarla," siseó Ariadna, el control de su voz roto por un momento.

"Tick-tock, Consejera, la venganza no devuelve a los muertos," dijo Elena, y la conexión se cortó.

Ariadna se quedó de pie, mirando el escritorio, la fachada de "CEO exitosa" se desvaneció, dejando solo a la mujer destrozada por una pérdida que la había definido más que cualquier éxito financiero.

Pero entonces, algo hizo clic, Elena había dicho: "...quién intentó matar a Ethan..." y no "...quién mató a Ethan..." Eso significaba que Ethan seguía siendo un objetivo, el peligro era inminente, no pasado.

Ariadna se recompuso, ya no se trataba de Marcus, ya no se trataba solo de la corporación, se trataba de proteger a Ethan y, más importante, de hacer justicia a la hija que había perdido, enfrentando a los demonios que la habían obligado a esconderse en el matrimonio.

Ella había sido etiquetada como una "mala madre" por su familia en el pasado, ahora, ella decidiría si era una guerrera.

Se sentó de nuevo, encendiendo el motor de búsqueda en la pantalla, su objetivo ya no era Marcus, sino Elena.

Ariadna tecleó el nombre de Elena en un motor de búsqueda cifrado y descubrió que el nombre de pila de Elena coincidía con el de la abogada que había manejado la indemnización por el accidente de tráfico de Ariadna hace años, la abogada que había orquestado el colapso social de Ariadna estaba de vuelta, y el ataque a Ethan no era casualidad.

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