Mundo ficciónIniciar sesiónEl pulso de Ariadna golpeaba con fuerza contra su sien mientras la verdad, fría y afilada, se revelaba en la pantalla, Elena Rostova, el nombre de la abogada que había manejado la querella por el accidente de tráfico se desplegaba frente a ella, junto a la escalofriante confirmación: Rostova era ahora la CEO de un grupo de inversión internacional, Global Axis, y, según los reportes, una despiadada especialista en adquisiciones hostiles.
Esto no era una coincidencia ni una amenaza aleatoria, Rostova no solo había explotado la desgracia de Ariadna para sumirla en la bancarrota moral años atrás, sino que ahora intentaba usar la vida de Ethan como palanca para destrozar el imperio Thorne y, de paso, romper a Ariadna por completo.
"La venganza no te devolverá lo que perdiste," había dicho Elena, la pérdida de su hija, el secreto más doloroso de Ariadna, era su arma definitiva.
Ariadna se levantó del escritorio y caminó hasta la inmensa ventana panorámica del despacho, la ciudad, una colmena de luces a sus pies, parecía tan vulnerable como ella se sentía, había pasado de luchar contra la codicia torpe de Marcus a enfrentarse a un enemigo profesional, calculado, y que conocía su punto más débil.
Eran las diez de la noche, Ariadna debía tomar una decisión, retirarse y proteger su secreto, o luchar y arriesgarse a que Elena Rostova aireara la verdad sobre su hija muerta, una verdad que la sociedad nunca entendería o perdonaría.
Eligió la guerra, ya no importaba lo que los demás dijeran o pensaran, ella decidiría si era una guerrera o una víctima.
Ariadna dejó la oficina, ignorando el hambre y el agotamiento, se dirigió al hospital, no podía permitir que Ethan siguiera expuesto al ataque de Rostova.
En el hospital, el silencio de la UCI era más amenazante que el rugido de Marcus, el cuerpo de Ethan parecía diminuto bajo la sábana blanca, Ariadna se acercó a él, sintiendo la necesidad de tocarlo, de asegurar que seguía allí.
"Esto no es lo que planeamos, Ethan," susurró Ariadna, tomando su mano fría "Me casé para proteger mi anonimato y me diste un apellido, ahora voy a usar ese apellido y el poder que me diste para protegerte a ti, y voy a terminar el juego que tú empezaste."
Justo entonces, la luz de su teléfono parpadeó con una notificación: una nueva transferencia bancaria había sido rechazada por el sistema de seguridad de Thorne Corp. Era un movimiento sutil, intentando acceder a la "Reserva Personal 2", la cuenta secreta que Ariadna había notado antes.
Ha atacado.
Ariadna se conectó de inmediato a la red del hospital a través de su dispositivo cifrado, su instinto le decía que la transferencia era una distracción, que Rostova estaba usando un ataque digital para cubrir un ataque físico.
Mientras rastreaba la IP de origen, un ruido metálico llamó su atención, la puerta de servicio de la UCI, generalmente sellada, se abrió silenciosamente.
Una figura con uniforme de enfermero se deslizó en la habitación, moviéndose con una agilidad que no encajaba con el personal médico, el falso enfermero se dirigió no al monitor de pulso o al respirador, sino directamente a la bomba de alimentación intravenosa de Ethan.
El pánico la golpeó, pero fue reemplazado instantáneamente por una furia helada, Ariadna, la mujer que la sociedad creía débil, reaccionó sin pensar.
"¡Quieto!" Su grito resonó en la habitación, amplificado por el silencio de la noche.
El atacante se congeló, y luego se giró bruscamente, llevaba una mascarilla, pero sus ojos eran fríos y profesionales, había venido a terminar el trabajo.
Ariadna no tenía entrenamiento de combate, no tenía un arma, lo único que tenía era su mente y su velocidad, en lugar de correr por ayuda, Ariadna agarró el pesado atril metálico que sostenía las bolsas de suero y lo lanzó con todas sus fuerzas hacia el atacante.
El golpe no fue directo, pero impactó en el hombro del atacante, el "enfermero" siseó de dolor, y la pequeña jeringa que sostenía cayó al suelo, liberando una gota de líquido transparente, veneno puro.
El atacante se lanzó hacia Ariadna con velocidad sorprendente, ella retrocedió, su corazón martilleando, el agresor la inmovilizó contra la pared, su mano enguantada apretando su garganta.
"Deberías haberte retirado, Sra. Vega," siseó el atacante con una voz distorsionada "Ahora, la venganza te costará más que una corporación."
El asfixiamiento era real, el dolor agudo, mientras luchaba por respirar, Ariadna pensó en su hija, había fallado una vez en protegerla, no fallaría ahora en proteger a Ethan, el único que conocía su verdad.
En un acto desesperado, Ariadna recordó un consejo de autodefensa de una serie de televisión: el punto débil es el más obvio, con su mano libre, rasgó la mascarilla del atacante, que se retiró por el toque inesperado, Ariadna, usando el impulso, se agachó y mordió con todas sus fuerzas el pulgar del atacante a través del guante.
El hombre gritó y la soltó, Ariadna cayó al suelo, tosiendo, pero viva.
El atacante, furioso y herido, se preparó para un segundo asalto, pero en ese momento, la puerta principal de la UCI se abrió ruidosamente, y la enfermera de turno entró, atraída por el ruido.
"¡Alguien, seguridad!" gritó la enfermera al ver la escena.
El atacante, sabiendo que el tiempo se había acabado, saltó la cama de Ethan y se dirigió a la puerta de servicio, desapareciendo en la oscuridad.
La sala se llenó de personal de seguridad en segundos, Ariadna, magullada y temblando, señaló la jeringa en el suelo, que fue recogida inmediatamente como prueba, se aferró a la barandilla de la cama de Ethan, mirando su rostro inerte.
"Esto es por mí," se dijo Ariadna en voz baja, sintiendo el peso de la culpa "Ella me ha encontrado, y te está usando a ti."
El jefe de seguridad la miró con respeto "Sra. Vega, usted ha salvado la vida del CEO, es una heroína."
Ariadna negó con la cabeza, no era una heroína, era un blanco.
Cuando se quedó a solas, Ariadna tomó su teléfono, el rastreo de la IP que había iniciado antes del ataque arrojó un resultado, la transferencia de dinero rechazada provenía de un servidor seguro en las oficinas centrales de Global Axis.
Elena Rostova no solo estaba detrás del ataque, estaba jugando una partida abierta.
Ariadna se sentó en el suelo frío, apoyando la cabeza en la pared, cerró los ojos, la etiqueta de "Usurpadora" o "Florero" ya no le importaba, ahora tenía una etiqueta nueva y más importante: Objetivo de Asesinato.
Ya no había posibilidad de retirarse, si se iba, Ethan moriría y su hija muerta sería arrastrada por el barro.
Se levantó, su voz firme al llamar a su abogado de confianza (el que conocía la verdad del Fondo Fénix).
"Necesito una orden de restricción inmediata para Elena Rostova y todos los afiliados a Global Axis," ordenó Ariadna "Y necesito convocar a la Junta de forma urgente mañana por la mañana, vamos a votar una inyección masiva de capital en Thorne Corp., y vamos a anunciar la adquisición de una de sus subsidiarias para mandar un mensaje."
El abogado, sorprendido por el tono de Ariadna, solo pudo preguntar: "¿Un mensaje de qué, Sra. Vega?"
Ariadna miró a Ethan. Su rostro era de una determinación de acero.
"Un mensaje de que Yo Decido Quién Soy," contestó "Y yo decido que soy la única persona que va a sacar el imperio Thorne de las cenizas, Rostova quería un juego de venganza, lo va a tener."
Al salir del hospital, Ariadna recibió otra notificación de su rastreo de IP: el atacante había sido un exmilitar contratado, pero la dirección de la llamada de Rostova provenía de una mansión a solo cinco millas de la residencia Thorne, Ariadna tomó una decisión impulsiva y peligrosa: iba a ir a la mansión esa noche, no para hablar, sino para encontrar la prueba que vinculara a Rostova directamente con el accidente de Ethan.







