Zendaya se miraba al espejo mientras el doctor revisaba sus últimos resultados en la clínica de Manhattan. Respiraba hondo, intentando calmar su corazón acelerado.
—Sus hormonas están niveladas esta semana, señorita Madews. Los bebés están creciendo bien, y su presión está estable. Pero no olvide sus suplementos, ni las citas cada quince días —dijo el médico con una sonrisa amable, entregándole los papeles. Aún debemos esperar más para saber cuántas crías son exactamente.
—Gracias, doctor… —respondió ella, tomando los documentos con ambas manos y guardándolos en su bolso.
Ese día fue directo al aeropuerto. Tenía que entregar su carta de embarazo formalmente. Al llegar a la oficina de Recursos Humanos, su jefa la recibió con una sonrisa que se borró rápido al ver el documento.
—Así que… embarazada… —murmuró, hojeando el papel—. Vaya sorpresa… ¿Ya hablaste con el supervisor?
—Sí… solo quería oficializarlo. —Zendaya mantuvo su tono educado.
—Bueno… felicidades, Zendaya. Pero ya sab