Deseo y celos.
Jean respiró hondo y asintió. Aflojó su cinturón y bajó un poco su pantalón, liberando su carne. Zendaya abrió los ojos con asombro y comprendió al instante por qué él dudaba.
Era grande. Muy grande. Su grosor, su longitud… toda su esencia Alfa en su máxima expresión de juventud y vigor. Jean la miró con ternura.
—Si no puedes… si te cansas… lo entenderé, luna.
—Yo creo que puedo.
Zendaya tragó saliva. Se arrodilló frente a él, acomodó su cabello detrás de las orejas y sujetó su base con cuidado, sintiendo su dureza latir entre sus manos pequeñas. Abrió sus labios y comenzó a lamer suavemente su punta, probando su sabor, mientras sus dedos acariciaban su extensión con movimientos delicados.
Jean cerró los ojos y gruñó suave, apoyando su mano en su cabeza con cuidado, acariciando su cabello.
—Dios… luna… —murmuró con voz ronca, conteniéndose para no empujarla más profundo.
Ella se fue adaptando poco a poco, introduciendo cada vez más en su boca, usando sus manos para abarcar donde su