—Vale, ¿qué haces aquí tan sola? ¿Te pasa algo?
Leo se acercó a Valeria, que estaba sentada en una banca de la plaza cercana a su oficina.
Valeria levantó la vista para mirarlo.
—Leo, tú lo sabes todo, ¿verdad?
—¿Saber qué? Uy, pues yo sé de todo un poco, mi campo es muy amplio. Tendrías que ser más específica.
—No estoy bromeando. Hablo de lo de Rubén. Tú lo sabes, ¿no es así? —la aflicción en su voz era inconfundible.
La expresión de Leo se volvió seria. Se sentó a su lado.
—Vale, ¿qué fue lo que escuchaste?
Ella negó con la cabeza.
—Rubén me dijo que quiere a alguien más. No sé quién es, pero… yo quiero hacerlo feliz. Anoche se quedó en el estudio y, cuando fui a llevarle algo de comer, ya se había dormido. Quise despertarlo, pero al acercarme… vi que estaba llorando.
—Ah, ¿sí…? —su expresión se tornó grave.
«Ay, Rubén… con esto que me dices, de pronto ya no sé si que se casen es lo correcto».
—¿Qué clase de mujer es ella? De verdad quiero saber. Leo, por favor, dime —Valeria lo su