—¿Aceptó? —preguntó Julián con cautela.
—Sí.
—¡Alfredo, eres un dios! Sabía que lo lograrías —lo halagó Julián con euforia.
—¿Ah, sí? ¿Eso crees?
—Totalmente. Sé que te hice pasar un mal rato. Eres un gran hombre por aguantar… —Julián se calló al ver la cara de Alfredo. Se dio cuenta de que, aunque parecía tranquilo, estaba molesto, y eso lo puso nervioso.
...
—¿Qué? Mamá, ¿van a venir? —preguntó Francisco al teléfono, desconcertado—. ¿Pasó algo?
—No, nada. Solo quería verte. Te extraño —dijo Lorena.
Javier observaba a su esposa con una sonrisa maliciosa en la cara. Le parecía muy divertido su plan para investigar la vida privada de Francisco. Aunque, para ser sinceros, él también tenía curiosidad.
—Pero… ¿cuándo llega su vuelo? Estoy muy ocupado estos días. De hecho, podrían esperar un poco y yo voy a verlos.
—No, quiero ir ahora. No te preocupes por nosotros, ya sé dónde vives. Llegaremos pasado mañana. No es necesario que vayas por nosotros, tomaremos un taxi.
—¿Cómo crees? Claro q