—Sí, su hijo es un hombre extraordinario. Francisco es… increíble —dijo Rubén en voz baja.
—Por cierto, Rubén, ¿tú conoces a la muchacha que le gusta a Francisco? —preguntó Lorena con curiosidad.
—Eh… sí, un poco.
—¿Y cómo es?
—Mire, la verdad es que yo tampoco la conozco muy bien.
Lorena le dio un codazo juguetón en el brazo.
—¡Ay, Rubén! Qué malo eres, no quieres contarme nada.
Rubén miró a Javier, avergonzado. El padre de Francisco carraspeó para llamar la atención.
—Mi amor, el muchacho debe tener hambre. ¿Ofrécele algo de comer?
—Bueno, guárdense su secreto. De todas formas, me voy a enterar tarde o temprano.
Rubén sonrió.
—No le hagas caso, Lorena es así —rio Javier con amabilidad.
—Para nada. Me parece que tiene una actitud increíble.
—¿Te gustaría ver el cuarto de Francisco? Tengo sus álbumes de fotos —propuso Javier de repente.
—Claro que sí.
Los ojos de Rubén brillaron.
...
Cuando Claudia entró de golpe en la oficina de Efraín, la recibió una densa nube de humo. Arrugó la na