Años atrás…
El amanecer cubría el palacio con un resplandor suave, filtrado por las vidrieras de colores que adornaban los pasillos. Horus despertó temprano, como siempre, guiado por la rutina estricta que sus tutores habían diseñado para el heredero de la Casa Khronos. Desde su ventana, podía ver los jardines internos aún cubiertos de rocío y, más allá, las murallas que separaban el mundo ordenado de su hogar del vasto territorio exterior. Su reino seguía intacto, ajeno por el momento a la amenaza que se cernía en el horizonte, y en esas horas tranquilas, Horus todavía vivía con la seguridad de quien desconoce que su historia pronto cambiaría.
En la sala de estudios, el olor de la tinta fresca y el pergamino nuevo llenaba el aire. El maestro de escritura lo corregía con precisión, enseñándole la forma elegante de cada trazo, mientras Horus, aunque aplicado, dejaba escapar alguna sonrisa cómplice cuando erraba a propósito para provocarle una ligera queja. Después, pasaba a las leccion