—No te preocupes, mientras te comportes, tu padre estará bien.
—Que Jason atienda a mi padre inmediatamente—, volvió a pedir Katherine.
En la habitación a oscuras, se oía su respiración.
—¿Tienes tanta prisa o simplemente no te crees lo que he dicho?—. Anthony apretó el agarre y acercó a Katherine a su pecho.
No prestó atención a la posibilidad de agravar su propia herida. Este acto peligrosamente íntimo podía provocar fácilmente más dolor.
Katherine intentó evadirse, pero ya era demasiado tarde.
—Enfrentando a un demonio como tú, nada puede ser garantizado. Tengo que verlo. Ahora, inmediatamente, enseguida.
Sus palabras resonaron con una determinación inquebrantable.
Al ver la sutil expresión del rostro de Katherine y oír su tono autoritario, Anthony no recordaba a nadie que se hubiera atrevido a hablarle de esa manera. Por un momento, le pareció divertido.
Sin embargo, la mujer que tenía delante desprendía un aire de intrepidez.
Mientras caían sus palabras, Katherine ya se había pre