CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

Para terminar el día, propuse que fuéramos a un salón para que le arreglaran un poco el cabello.

—No voy a cortármelo demasiado, ¿verdad? —preguntó mientras los estilistas se preparaban.

—Solo un poco, para que se vea más ordenado. Confía en mí, Erik. Te verás genial.

Cuando finalmente salió del salón, me quedé sin palabras. El cambio no era drástico, pero sí suficiente para darle un aire más profesional. Luna lo miró con ojos grandes y exclamó:

—¡Papi parece un príncipe ahora!

—¿Un príncipe? ¿Eh? —respondió Erik, sonrojándose ligeramente mientras pasaba la mano por su cabello arreglado.

—Lo que sea que ayude con mi nueva vida —dijo, lanzándome una sonrisa de lado, pero con un brillo de confianza que no había visto antes.

Erik seguía con su hermoso cabello largo, solo que le habían cortado las puntas y hecho tratamientos para que volviera a tenerlo brillante, verlo por primera vez con un moño, que según escuche al estilista se llamaba «man bun» me había encantado.

—Amor, me encanta co
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