Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche anterior, antes de poder siquiera pensar en cambiarse de ropa, la puerta fue tocada tres veces. De una manera elegante. Angelical, casi sumisa. La misma mujer que la recibió en el rellano le informó que: el día de mañana recibiría la visita de un diseñador de moda para la elección del vestido de la gala que se celebraba en la noche.
—El Sr. Volkov espera que coopere —expresó con un dejo de mal humor.
—Dile al “Señor” que puede estar tranquilo —le dedico una sonrisa solo de labios. Ya no le parecía tan sumisa la mujer —. Estoy aquí para complacerlo como todos a su alrededor —el ama de llaves no sonrió, solo le dedico un asentimiento de cabeza y se retiró sin más.
La mujer caminó con paso rápido hacia su habitación. Paso el cerrojo para asegurar intimidad y tomo su teléfono celular. Marcó el primer número.
—¿Hola? —respondió una mujer, se escucho el chirrido de una puerta cerrarse.
—Señora. Hay una mujer en la casa, escuché al Sr. Volkov llamarla “esposa florero” —detalló la información como quien contaba un cuento de aventura —. Le ha ordenado recibir mañana al Sr. Montreau para los arreglos de la gala de mañana.
—Vay que eso fue rápido. En el fondo esperaba que me invitara a mí, pero sabemos que es Leonid Volkov “el supremo señor” —soltó una risita que fue seguida de la mujer —. Muchas gracias por la información Rosella, creo que te invitaré este fin de semana al SPA para que me cuentes los detalles —la mujer soltó un jadeo, asombrada por las palabras de la receptora.
—¡Oh, por Dios! ¿en serio señorita Anya?
—Pues claro que si, somos amigas ¿no? —expresó Anya con voz melosa, convincente y manipuladora.
—¡Claro que lo somos! —dijo como si fuese una obviedad.
—Está bien, entonces nos vemos el sábado para hacernos un cariñito. Ya nos hace falta ¿eh? —Rosella casi gritó de la alegría.
—Estoy de acuerdo —se recompuso enseguida.
…
La mañana llegó mucho más rápido de lo que Valeria habría querido. No es de levantarse tarde porque el trabajo se lo impedía, pero es que no pudo conciliar el sueno en toda la noche. Sus pensamientos se iban hacia el momento en el que firmó ese contrato que le ha quitado su libertad. También estuvo teniendo sueños raros e intrusivos acerca de ella con Leonid. Se incorpora en la cama y decide que es momento de empezar a estudiar el terreno y coordinar cada detalle para comenzar con su plan de venganza. No porque sea una mala persona. Leonid lo es. Es un hombre cruel, manipulador y se aprovechó de ella. De su vulnerabilidad por la equivocación de su padre.
< Eso jamás lo olvidaré, jamás >, piensa mientras se dirige hacia el baño para tomar una ducha y reponerse un poco de la noche en vela que tuvo.
Recuerda que hoy debe recibir al diseñador que la arreglará para la dichosa gala en la cual no pretende divertirse, sino husmear para recolectar información estratégica para comenzar a nutrir sus conocimientos acerca de su esposo.
Baja al comedor ya ataviada con un vestido que encontró sobre la cama. Precioso. Un par de zapatos color nude igual al vestido y secó un poco su cabello con el secador. Es liso y manejable, no le da problemas.
—¡Vaya, vaya! —la voz de Leonid resonó en toda la casa —. Miren quien se digna a aparecer —ironiza cada frase.
Leonid se encontraba sentado en el recibo más cercano a la escalera acompañado de un caballero trajeado igual que él con la diferencia de que su esposo vestía un Armani color humo de diez mil dólares y su acompañante uno verde manzana con un pañuelo color rosa pálido en el bolsillo de la chaqueta.
—Buenos días —sonrió al caballero que la miró con interés profesional —. Es tu culpa, esa cama me atrapó…
—Frente a Nino no tienes que fingir Valeria —se levanta con la elegancia de un felino —, luces mejor con colores claros —sonrió como si ella fuese una pieza de arte —, Nino Montreau ella es Valeria, mi esposa por contrato —Nino se levantó del sillón con la mano estirada hacia Valeria, era alto y muy elegante pese al tono de su ropa.
—Que placer mi querida Valeria, esta mañana será toda nuestra.
—El placer es mío Sr. Montreau.
—¡Oh por favor no! —grito escandalizado como si las palabras de Valeria lo hubiesen ofendido —. Llámame Nino, cariño —hace un movimiento gracioso de cejas —debemos hacernos buenos amigos para poder arrancarle uno fortuna al hombre de las cavernas —ella no pudo evitar sonreírle.
Ya le caía bien.
—El desayuno se enfría Rosella por favor —llamó la atención de la mujer que fungía como ama de llaves la cual mantiene la vista baja —. Si no deseas acompañarnos querida esposa, puedes tomar tu desayuno en otro lugar.
Los dejó en el recibo. Cada movimiento exudando tensión al dirigirse al comedor. Nito tiró de su mano hacia el comedor que se encontraba elegante y perfectamente servido tal como la noche anterior. Lucho por no poner los ojos en blanco ante la opulencia. Lo dejaría de lado por ahora porque tenía enfrente una mina de oro del chisme: Nino Montreau.
Y lo aprovecharía al máximo.
***
Una vez en la habitación. Con un montón de vestidos alrededor, la mascarilla puesta en el rostro y una botella de champan a medio tomar ya Valeria sabia con detalle varias cosas, referente a su esposo.
—Te envidio y lo haré para toda la vida —dijo Montreau mientras aplicaba un exfoliante con aroma a almendras en sus manos y brazos.
—¿A mí?
—Sí… a ti —responde con un peculiar modo de hablar —esta casa, el dinero. Es un sueno de cuento de hadas y caballeros blancos con espadas relucientes.
—Aquí no hay hadas Nino, y el caballero es negro con un alma podrida.
—Y tiene un pene gigante, supongo —ella se quedó de piedra —¡hay no me digas que no lo han hecho! —su boca se abre con asombro, pero su cabeza asiente inconscientemente.
Sabe que debe darle algo a cambio por la información que le esta facilitando. La sonrisa del hombre se agrandó en el momento que decodificó el movimiento. Se preparó para escuchar el chisme, pero Valeria no estaba dispuesta a dar detalles de su relación con el “caballero negro”, o al menos la anterior.
—¡Jesús! Eres tan chismoso —cubrió su boca con las manos sorprendida genuinamente.
—Somos chicas, Valeria —puso los ojos en blanco —. Claro que somos chismosas.
La chispa en sus ojos la motivó a decir algunas cosas guardándose los verdaderos secretos. Las flores, las risas y sobre todo el momento en el que Leonid le dijo: “!eres maravillosa!”. Ese momento en el que pensó era la mujer más amada y feliz del mundo. Su herida sangra, pero lo afronta con dignidad afianzando la coraza de hierro que se ha hecho y el revestimiento de acero que ha cubierto su corazón.







