La noche anterior, antes de poder siquiera pensar en cambiarse de ropa, la puerta fue tocada tres veces. De una manera elegante. Angelical, casi sumisa. La misma mujer que la recibió en el rellano le informó que: el día de mañana recibiría la visita de un diseñador de moda para la elección del vestido de la gala que se celebraba en la noche.
—El Sr. Volkov espera que coopere —expresó con un dejo de mal humor.
—Dile al “Señor” que puede estar tranquilo —le dedico una sonrisa solo de labios. Ya no le parecía tan sumisa la mujer —. Estoy aquí para complacerlo como todos a su alrededor —el ama de llaves no sonrió, solo le dedico un asentimiento de cabeza y se retiró sin más.
La mujer caminó con paso rápido hacia su habitación. Paso el cerrojo para asegurar intimidad y tomo su teléfono celular. Marcó el primer número.
—¿Hola? —respondió una mujer, se escucho el chirrido de una puerta cerrarse.
—Señora. Hay una mujer en la casa, escuché al Sr. Volkov llamarla “esposa florero” —detalló la in