Anya entró al club con la confianza de una mujer de mundo. Su socio (o, empleado de mucha confianza), la esperaba en la barra con expresión ansiosa. Todo a su alrededor era lujo y pomposidad igual que su vestimenta. Anya era la mezcla perfecta entre elegancia y sensualidad. Ella había construido este club con su propio cuerpo. Cuando solo era una mujer trabajadora que ejercía el oficio más antiguo de la historia: la prostitución.
Logró salir de ese mundo tan corriente para entrar en otro que era igual, es decir; el mismo, pero más elegante y sofisticado. Tiene una fachada, a simple vista es un SPA normal y corriente donde se congrega la elite de Nueva York. Pero tres pisos debajo de este es un mundo completamente diferente. Desconocido por muchos.
—Pensé que no llegarías nunca. Estuve a poco de ir a buscarte —Anya lo miró con una ceja alzada.
—No seas igualado Jake, ni siquiera pienses en seguirme porque te irá muy mal —Anya dejó el bolso de diseñador sobre la barra de mármol negro y