POV: Catalina
Khalid se fue.
El eco de la puerta cerrándose se disipó.
Me quedé sola.
Completamente sola en ochocientos metros cuadrados de vacío.
Me quité los tacones.
Mis pies descalzos tocaron el suelo.
Mármol de Carrara. Blanco. Inmaculado.
Estaba helado.
Empecé a caminar.
No tenía destino. Solo necesitaba moverme para comprobar que mis piernas aún me obedecían.
Que no eran solo accesorios decorativos de la esposa perfecta.
Recorrí el pasillo principal.
Las paredes estaban cubiertas de obras de arte.
Un Basquiat original. Una escultura cinética de oro y titanio. Un jarrón de la dinastía Ming protegido por una caja de cristal blindado.
Todo aquí tenía un precio.
Todo aquí estaba asegurado por millones de dólares.
Incluida yo.
Me detuve frente a una escultura abstracta. Parecía un pájaro intentando volar, pero con las alas fundidas en el metal.
Ironía de seis cifras.
—Bonita jaula —murmuré.
Mi voz no tuvo eco.
El diseño acústico del penthouse era perfecto. Absorbía el sonido.
Absorb