POV: CatalinaTres días después del recibo maldito, Khalid organizó una "pequeña cena informal".En el vocabulario de mi marido, "informal" significaba caviar Beluga, tres camareros de guante blanco y cubertería de plata maciza.La mesa estaba puesta para seis.El aire acondicionado zumbaba suavemente.Yo estaba sentada a la derecha de Khalid. En mi trono habitual.Llevaba un vestido de seda verde esmeralda. Khalid lo había elegido. Dijo que combinaba con mis ojos.Yo sabía que combinaba con su ego.—Catalina, tienes que probar este vino —dijo el socio de Khalid, un banquero suizo con cara de roedor—. Es un Burdeos del 82. Exquisito.Sonreí. La máscara ya era parte de mi piel.—Es delicioso, Jean-Luc.Entonces, el timbre sonó.El mayordomo se deslizó hacia la entrada.—Debe ser Tatiana —dijo Khalid.Su voz cambió.Fue algo sutil. Un micro-temblor en su tono barítono habitual.Casi imperceptible.Pero yo lo escuché.Mis sentidos estaban en alerta máxima desde la noche del Bulgari.—¿Ta
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