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Por si fuera poco, su lobo gruñía enfadado, provocando que el impulso de volver a la cabaña le invadiera. Su lobo Alfa expresaba su desacuerdo con furor, deseando estar junto a la Omega nuevamente.

No obstante, Adrien no cedería. No volvería hasta haber aclarado cada uno de sus pensamientos.

Por su parte, dentro de la cabaña, Hana pudo sentir sus ojos picar tan pronto como pequeñas lágrimas cristalizaron sus ojos. La Omega se recostó una vez más en la cama, observando fijamente el paisaje nevado que le ofrecía a duras penas la reducida ventana. Se cubrió y limpió las pequeñas gotas que amenazaban con escurrir a sus mejillas; un profundo desconsuelo estrujó su corazón y Hana sollozó.

Eso no debía ser, ellos fingían una relación, era incorrecto que se hubiesen besado. Adrien fue quien lo besó, pero Hana no dejaba de sentirse culpable. Debió haber hecho que DuPont se detuviera, evitarlo o al menos haberse separado de él. Era una tonta por dejarse llevar de esa manera, colocándose a la to
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