—¡No me importan tus amenazas! —exclamó, quitando con brusquedad la mano de Jackson, tragando en seco apenas vio esos ojos café observarla con ira e indignación.
—Tú me amas.
—¡No me hagas reír! —Camila se levantó de la cama, lo suficientemente molesta como para sorprender al Alfa. —¿Crees que puedo seguir amando a alguien que me golpea? ¿Puedo amar a alguien que colaboró en el asesinato de mi padre?
—¡Lo hice por tu bien, él quería separarnos!
—¡Y deseo que lo hubiese hecho!
—¿Qué está pasando aquí? —el cabecilla de los Bell había aparecido, bajando tranquilamente las escaleras y sin percatarse de las miradas llenas de odio que Camila le dirigía en silencio. —Tu madre está durmiendo Jackson, ¿Por qué tanto escándalo?
—Lo siento padre, creí que se habían ido, yo...-
—¿Por qué tu Omega estaba gritando tanto? —el mayor le interrumpió, alzando una ceja mientras que veía de pies a cabeza a la chica con completa desaprobación. —Debes obedecer a mi hijo, él es tu Alfa.
—Yo sólo quería salir