Su loba agitó la cola y suspiró feliz cuando Adrien colocó su mano sobre su abdomen bajo, proporcionando caricias en la zona que pronto mostraría una ligera curva y crecería junto con el cachorro. Después de todo, iba a acariciar, acunar y ver crecer a su propia sangre.
—Si hace unos años me hubieran contado esto, probablemente hubiese reído y dicho que esta era sólo una ilusión perdida —la menor curvó una sonrisa en sus labios—. Estaba tan convencida, de verdad creí que nunca tendría un hijo. Es confuso. Estoy feliz, pero no dejo de preguntarme cómo fue que mi cuerpo lo logró ahora y no antes.
—Me temo que tendremos que descubrirlo —el Alfa Líder hundió su nariz en el cuello de la más baja, aspirando su dulce aroma—. Cada día me siento más dependiente de tu esencia, estás haciéndome adicto a ti —decía, fingiendo un tono de queja.
—Me gusta la idea de tenerlo sólo para mí, líder DuPont —bromeó Hana juguetonamente.
—Adrien, debo decirt...
—Oh. Lamento interrumpir. —La voz de Gabriel se