Fortaleza de la Reggio, Calabria
Matteo frunció el ceño, confundido al revisar la hora. La cama estaba sin una sola arruga y ya la había buscado por toda la habitación, sin indicios de ella. Se extrañó; la había visto salir de la fiesta y apartarse un poco después de la muerte de Enzo. Estuvo tan ocupado con los jefes de familia que olvidó por completo ir a buscarla.
Salió de la habitación y bajó al primer piso, encontrándose con su hermano.
—¿Has visto a Livia? —preguntó con seriedad absoluta.
—¿Ahora? —sacudió la cabeza—. Hace poco más de una hora la vi en el lago con Vittorio. ¿Por qué?
No respondió y pasó de largo. Sacó su móvil y marcó el número de Vittorio, pero este no contestó. Siguió caminando en dirección al lago, buscándola y sin dar con ella. Algo en su cabeza le decía que no marchaba bien, y con tanto invitado exigiendo no ser revisado por ser parte de la organización, no era tan difícil infiltrarse entre su gente.
«¿Dónde carajos te metiste?», pensó, volviendo a marcar e