Matteo
Las puertas de mi despacho se abrieron y una furiosa mujer entraba con unas fotografías en mano que fueron lanzadas sobre mi escritorio.
—Teníamos un acuerdo, señor Vescari. Debía mantener el perfil bajo durante los meses de la jornada electoral, ahora todo se va a la mierda con lo sucedido en Barletta.
Me recargué sobre la silla de cuero y observé las fotografías sobre la madera. Imágenes de los escombros, cuerpos quemados y el desastre tomado desde las alturas cuando todo ardía.
—Pero esto ¡ha llamado la atención internacional!. Claramente, culpan a la mafia de esto, y también a mi porque se nos cae todo encima. Se suponía que estaban controladas, que no causarían más desastres y ahí —señaló las imágenes —también murieron inocentes, personas que perdieron su trabajo. Esto es un atentado, señor Vescari, que pondrá a las autoridades en alerta y a ir tras su pista.
—Todos los meses tu cuenta se llena de ceros, tu trabajo es uno y es contener a las masas —señalé las imágenes —