Mateo intenta hablarle, pero Valentina lo interrumpe:
—No hables, por favor, no te esfuerces. Estarás bien, ¿ok? —dijo con desesperación.
Luego, la ama de llaves la observa y de inmediato corre a buscar al mayordomo. Ambos salen rápidamente para ayudarlos y, entre los tres, lo levantan y lo llevan hasta dentro de la casa. Lo acuestan en un sofá mientras la ama de llaves, alterada y nerviosa, llama a la ambulancia. Valentina trataba de presionar la herida de bala, pero aun así seguía saliendo mucha sangre.
—Mateo, aguanta por favor, solo intenta respirar —decía mientras las lágrimas corrían por su rostro; no quería perderlo.
De pronto, se escuchan las sirenas. La policía, que había sido enviada por el padre de Alonso para calmar la balacera, había llegado al lugar, poniendo fin a la guerra entre los dos bandos. Detuvieron a los que quedaban en el lugar, mientras que a Valentina solo le importaba que Mateo estuviera bien. A los pocos minutos, llegó la ambulancia, bajaron la cami