Nadia.-
Observé con gracia a Emil vigilando al médico que revisaba a nuestra hija, parecía un león protegiendo a su cachorra, era tierno ver este lado de él.
Cuando el medico salió, tomó a la bebé en sus brazos iba a ser difícil apartarla de él ahora.
— Me siento un poco celosa –dije rompiendo el silencio, la burbuja de la felicidad y la tranquilidad se rompería pronto.
— No tienes porque, el del problema soy yo, no sé a cuál amo más.
— Creo que ya sé cómo podemos llamarla no sé si te guste, pero…
— ¿Qué nombre pensaste? –pregunta sin apartar sus ojos de la pequeña.
— Emiliana –se queda inmóvil –sé que no es un nombre poco común en esta parte del mundo, pero… ni sus padres ni su nacimiento fueron comunes así que… ¿Qué te parece? Emiliana Kosta
(…)
Pese a mis intentos no pude evitar caer profundamente dormida, estaba muy agotada, cuando desperté Emil estaba a mi lado, cuidándonos.
— Debemos hablar –dice serio–. debemos resolver un asunto.
¿Recuerdan la burbuja que les comenté