Nadia.-
El camino de regreso estuvo acompañado por un gran silencio entre Emil y yo, no sé qué le pudo decir esa mujer, pero no dejaré que me afecte y por supuesto no dejaré que me deje por fuera para hacer pagar a uno de los miembros de la araña roja.
— No sé qué te habrán dicho en la fiesta –elijo romper el silencio al ver que estamos cerca de la mansión –pero sabes que la venganza con la araña roja es mía, no puedes quitarme eso Emil.
— Lo sé –responde con seriedad sin darme la cara, su actitud me duele.
— Iré a prepararme
Me bajo de la camioneta casi al borde del llanto, no sé porque ahora se comporta tan distante, no recuerdo haber hecho nada que lo avergonzara, niego mientras subo a mi habitación para ponerme más cómoda.
(…)
Me planto frente a uno de mis hombres, de inmediato abre la reja de la cueva y entro con paso firme, los tacones de mis botas resuenan en el piso de concreto, empiezo a acostumbrarme más a este lugar, de inmediato escucho la voz de Emil junto al cruji