A Dimitri, el aire se le estancó en la garganta. La herida del brazo, aunque sangrante ni siquiera la sentía. Solo existía en ese momento: esos preciosos ojos castaños que parecían ver a través de él sin ningún esfuerzo. Su estómago se contrajo, dio un paso atrás donde un traspiés casi lo precipita al suelo, unas manos fuertes lo sacuden. El murmullo de una voz atraviesa sus tímpanos al ver que Anita se desmaya.
Su intención fue lanzarse a evitarle el golpe, pero el guardia la atrapó primero, lo que hizo que el estómago del gigantón le diera un vuelco y quiso detenerlo. Convirtiendo la situación en algo mucho más personal para él, para Dimitri.
—¡No la toques! —grita sintiéndose protector, en un arrebato de la locura que siente levanta el puno hacia el muchacho que sostiene a Anita sin percatarse de nada.
Darko interviene echándolo a Dimitri a un lado para evitar el golpe que iba a propinarle al hombre que ayudaba a Anita.
—Pero ¿Qué demonios sucede contigo? —la sangre del brazo de D