Anita se incorpora poco a poco en la camilla donde se encuentra recostada, su cuerpo se reciente por los acontecimientos acaecidos, su condición de mujer embarazada la limita. Aunque no tuvo un encuentro cuerpo a cuerpo con nadie el hecho de que se encuentre estresada hace que su cuerpo duela. Baja de la camilla porque no desea estar un segundo más recostada como una enferma, como alguien frágil a quien debían cuidar.

Se negaba a ser esa mujer a quien tenían que mantener custodiada y cuidada para que no se rompiera porque ella no se considera una dama en desgracia, razón por la cual necesita salir de esa sala para poder pensar.

Pero en el camino escucha los sollozos de quién sabe, su nombre es Macarena. Se asoma para ver a la mujer sentada en una silla de ruedas con las piernas enyesadas, una especie de correa muy ancha atravesarle el abdomen y parte del torso, sosteniéndola. No puede evitar acercarse como si fuese una polilla a la luz.

—Hola tú debes ser Macarena ¿cierto? —Anita ob