51. un desastre para cumplir promesas
Su mirada desciende otra vez hacia mis labios mientras se acerca aún más, borrando por completo el espacio que nos separaba.
Ethan alza la mano y desliza los dedos por mi mejilla. Un roce suave que contrasta con la intensidad que arde en sus ojos.
—Debería dejarte descansar —murmura, sin apartar la vista ni por un instante—. Para eso te traje aquí. No quiero que…
—¿Crees que tu plan está funcionando? —lo interrumpo en voz baja, con un toque de ironía.
—¿La verdad? No pensé que sería tan complicado, Mia —suspira profundamente, dudando un momento—. Cuando te vi con mi camisa, cuando estuve a punto de besarte… me di cuenta de que traerte aquí fue una pésima idea.
—Entonces, ¿por qué lo hiciste?
—Porque no querías contarme qué te tenía así. Porque pensé que necesitabas un lugar donde sentirte a salvo… y porque, de alguna manera, creí que podría comportarme como un idiota con algo de sentido común.
—No hay lugar para malentendidos cuando los dos queremos lo mismo —digo con claridad