Felicidad se acercó a mí, bebiéndose a grandes tragos una botella de whisky. Esa perra realmente necesitaba dejar las drogas y el alcohol. Estaba flaca como un fideo y cada vez se parecía más a una puta loca.
—Suerte, llévatela a la camioneta. Tenemos un largo camino por delante. —dijo, riéndose antes de tambalearse. Felicidad estaba embarazada, pero perdió al bebé por tanta droga y alcohol. Fue lo mejor. Ya era bastante que tuviera una hija a la que intentó destruir. Ningún niño merecía eso.
—Óyeme, Felicidad. Para que sepas, tú vas a ser la última a la que mate. Ah, pero no te preocupes por tu hombre y tu hija. No se acordarán de ti cuando jugamos a la familia feliz. —dije, y ella se dio la vuelta, furiosa, me dio una bofetada.
—¡Perra, son míos, no tuyos! Mírate y mírame .
Me eché a reír.
—Sí, una puta loca que ha visto más vergas que una clínica de salud sexual. ¿Qué hay para comparar? Pero no te preocupes, Melodía me estará llamando "mami" y Forajido estará gritando mi nombre de